


El trabajo es laborioso y duro, pero son ya tantos años, que es casi rutina.

Cada familia tiene su trocito, en cada casa hay toneles para guardarlo.
El invierno les coge con la bodega llena.

Los turistas han llegado y necesitan de todo: alojarse, comer, lugares a la sombra...ellas están encantadas.

Se jubilaron, ahora él ya no sale a la mar. Ella hace redes de ganchillo que venden a los turistas. Horas y horas, con el mar sobre su espalda.

Todas las familias tienen su pequeño álbum familiar: su abuelo pescaba, su padre pescaba, su marido pescaba... En Nazaré, José y María fueron pescadores.

Redes, tendidas al sol, como mariposas de agua.
...quisiera robar los instantes!

Anclada queda la barca, las manos quietas.

Cuando el día se retira, el mar con esa belleza que tanto sobrecoge, coquetea y enamora: Cómo no llevar la sangre con olor a salitre y algas?
7 comentarios:
Un lugar maravillos, cargado de tesoros simples pero ricos, cotidianos y nuevos cada´día. Tienes el corazón especial que sabe captar las imágenes del espíritu.
Abrazos
Espléndido el relato, Celeste, qué buena vista tienes. En las fotos creo que enlazas antiguas y actuales, el resultado es mágico. Bonito, bonito...
Besazos
¡Qué blog tan hermoso!
Todos los días me daré un ratico para leerte.
Un abrazo.
Un recreo volver a pasar, también lo hice por las historias de Petra, que no se me olvidan. Y besos, tantos.
Cuánta belleza interior, que plenitud, bellísimo post Celeste,
me voy con el olor a mar y el abrazo de bellos recuerdos.
Muchos besos y gracias a tí.
q increibles tus fotos!!
adore
Jo, qué ilusión ver fotos de Nazaret, fuí cuando tenía muy pocos años, sólo recordaba el funicular, el balón de futbol que me compraron en frente de la playa y la arena,tan suave...
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